martes, 3 de abril de 2012

UN PAÍS QUE SUEÑA

Recientemente, la poeta colombiana Lauren Mendinueta, radicada en Portugal desde hace varios años, hizo el lanzamiento de la Antología UM PAÍS QUE SONHA (cem anos de poesia colombiana, con el apoyo y traducción del poeta portugués Nino Júdice. Aquí deseo dejarlos con las palabras de presentación del libro, con la voz de Lauren que cada vez se incendia como los astros que nos guían en la noche. A ella, como colombiano y compañero de oficio, un VIVA por su trabajo y por lo que hace en la diáspora a favor de las letras nacionales.

PRÓLOGO DE LAUREN MENDINUETA. 


Cuando llegué a vivir a Lisboa nada me había anticipado el gran amor que llegaría a sentir por esta ciudad, por este país. Para mí Portugal se resumía a un puñado de referencias literarias. Lo había encontrado en Los Maias de Eça de Queirós, en algunas de las novelas de José Saramago y, por supuesto, en Fernando Pessoa, ese gran poeta del siglo XX tan leído y apreciado en Colombia. Ellos y otros autores portugueses me hicieron soñar con esta luz perfeita e exacta , pero ninguno me preparó para lo que significaría mi encuentro con el país. Cinco años después puedo decir que mudar mi residencia de España para Portugal fue la decisión más importante de mi vida adulta. En conversaciones con amigos solemos decir que Portugal es el secreto mejor guardado de Europa. Un país rico arquitectónica y culturalmente, poseedor de una geografía sugerente y un clima envidiable, en el que el visitante siempre se sentirá bien acogido. La lengua de Camões es dulce y melódica. Para nosotros, los extranjeros, suena como el murmullo de un riachuelo y posee el irresistible atractivo del canto de las sirenas. Aprender portugués no es fácil, pero una vez sumergidos en su corriente, seducidos por sus encantos, nos sentimos deseosos de anclar para siempre en sus puertos. La sola mención del canto de las sirenas me recuerda que Ulises es el fundador mítico de Lisboa. ¿Quién otro podría haber fundado este puerto sino el navegante de Ítaca? Con excepción de la poesía brasileña, la lírica latinoamericana es poco conocida en Portugal. No abundan las traducciones al portugués europeo y las antologías son inexistentes. Con esta edición Colombia es el primer país de la América Hispana que presenta un conjunto significativo de sus poetas al público luso.

Esta antología se llamó durante casi todo su proceso creativo Cien años de poesía colombiana (1865-1965). Ya entrados en la etapa de edición nos pareció que el verso de Aurelio Arturo “este poema es un país que sueña” resumía mejor el espíritu del libro, entonces decidimos cambiar el título por Un país que sueña . Con ello deseamos también rendir homenaje a uno de nuestros más grandes poetas. 

Dos criterios seguí para la realización de esta antología. El primero me lo impuso el tiempo. Los autores aquí reunidos nacieron entre 1865 y 1965. La primera fecha no es para nada arbitraria, coincide con el nacimiento de José Asunción Silva, el más importante de los poetas colombianos. El límite lo impondría la medida de un siglo. Este lapso de cien años me permitió presentar un panorama bastante extenso que incluye poemas publicados desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. El segundo criterio fue mi gusto personal. 

Colombia, como Portugal, es un país de poetas. La presente no es una antología crítica ni exhaustiva. De haber sido crítica habría contenido menos autores, de haber sido exhaustiva tendría necesariamente que incluir muchos más. 
Mi objetivo fue desde el principio reunir en un solo volumen aquellas que considero las más bellas poesías colombianas. Esta es, pues, una antología de poemas y no de poetas. Están aquí reunidos trabajos de autores muy dispares entre sí, grandes poetas y poetas menores, poetas cultísimos y poetas populares. En sus versos se encuentra representada buena parte de la memoria lírica de mi país. Sólo lamento que el criterio impuesto por las las fechas me haya impedido mostrar el trabajo de creadores más jóvenes como Yirama Castaño, Luis Felipe Robledo, Fredy Yazzed López, Marta Carolina Dávila, Rodolfo García, Federico Díaz-Granados, Andrea Cote, Larry Mejía, Giovanni Gómez, Jonh Better, Adrián Pino Varón, John Jairo Junieles, Saúl Gómez Mantilla y Lucía Estrada, entre otros. Espero que en un futuro cercano se pueda publicar un segundo volumen que permita completar el panorama de la poesía colombiana actual. 

La poesía podría definirse como un espejo en el que se refleja la sociedad. Por supuesto, como sociedad no siempre nos reconocemos en la imagen reflejada. El rostro que aparece sobre la superficie pulida puede antojársenos más bello o más feo que el original, pero misteriosamente siempre será fiel. Las relaciones entre historia y literatura son complejas. De las épocas más oscuras pueden surgir las más luminosas obras de arte. Este libro es la constatación de ese extraño fenómeno. La gran mayoría de los poeta aquí antologados fueron afectados en sus vidas, y por lo tanto en sus obras, por dos siglos de guerras civiles y conflicto armado . Sin embargo, lejos de agonizar, la poesía colombiana es reconocida como una de las más ricas y vitales de América Latina. 

Nuestra tradición poética es muy fuerte y está arraigada en la base misma de la sociedad. Como testimonio de esta verdad baste resaltar el parentesco que existe entre 10 de los 66 poetas presentes en este libro: María Mercedes Carranza, Ramón Cote Baraibar y Santiago Mutis Durán, son hijos respectivamente de Eduardo Carranza, Eduardo Cote Lamus y Álvaro Mutis. Por otra parte, Juan Manuel Roca es sobrino de Luis Vidales y Guillermo Martínez González es nieto de Matilde Espinosa. Otros dos, José Luis Díaz-Granados y Pedro Arturo Estrada, tienen respectivamente un hijo y una hermana poetas que por razones de edad no fue posible incluir en esta antología. 

A lo largo del libro cada poeta es presentado con una pequeña nota biográfica. A veces, incluso, con una pequeña apreciación crítica. Porfirio Barba Jacob, León de Greiff, Laura Victoria, Meira Delmar, Jotamario Arbeláez, Julián Malatesta y Vito Apüshana, firman sus obras con seudónimos literarios. En cualquier caso, hemos optado por el nombre artístico sin mencionar el civil. 

La realización de este libro no fue tarea fácil, pero valió la pena. El trabajo de selección me obligó a leer las obras completas de muchos de los autores y, cuando esto no fue posible, amplias compilaciones. Esto sin contar las antologías de la poesía colombiana y los trabajos críticos que consulté. El acceso a tan importante material no habría sido posible sin la ayuda de los poetas o sus herederos, de los amigos que desde diferentes partes del planeta me enviaron libros y de Internet donde hoy en día es posible consultar buena parte de la poesía de mi país en formato digital. 

La traducción de Nuno Júdice es extraordinaria, no podía ser de otro modo tratándose de un poeta de su importancia. En estas páginas Júdice consiguió trasladar de una lengua a otra lo que en un principio parecía imposible: la música. Fue un verdadero honor el haber trabajado a su lado y estoy segura de que los poetas colombianos, y los lectores portugueses, le estarán en igual medida agradecidos. 

Finalmente quiero dar las gracias a Germán Santamaría, embajador de Colombia en Portugal, por el apoyo y entusiasmo que puso en este proyecto desde la primera vez que se lo mencioné. Cuando le dije que nunca se había publicado en Portugal una antología de la poesía colombiana me dijo de inmediato: “manos a la obra”. Este libro simboliza para mí la expresión de un doble amor. El amor por mi patria y su poesía, y mi amor por Portugal y su lengua. Durante un tiempo prácticamente viví dentro de él y llegué a sentir que era mío. Con su publicación regresa a manos de quienes en verdad pertenece: a sus autores y, sobre todo, a sus lectores. Colombia es un país en el que se crea, se ama y se sueña. Un país en el que se escribe una gran literatura. Estoy contenta de poder contribuir en algo a la divulgación de esta otra faceta de su realidad. Bienvenidos a Colombia. Entren, disfruten la poesía de un país que sueña. Lauren Mendinueta Lisboa, marzo de 2012.