lunes, 18 de febrero de 2008

En el esplendor del Caimán Cienaguero




XII Encuentro de Escritores del Caribe Colombiano


El Festival Nacional del Caimán Cienaguero 2008, dejó uno de mis mayores asombros: Descubrir en uno de los pueblos costeros más representativos de la Costa Caribe, la unión de toda una comarca en torno a un mito: la historia del caimán y Tomasita.

Sin embargo, durante el pasado 16 y 17 de enero de 2008, por invitación del señor Alcalde Luis Gastelbondo a través de su organizador, el escritor Clinton Ramírez, esa misma comarca se reunió al son de las palabras del XII Encuentro de Escritores del Caribe Colombiano, de la poesía, del cuento.

Hubo otros asombros: una bella muchacha de nombre Kristal; el Temple del Parque Centenario contrastando con un cielo despejado; mi encuentro, después de algunos años, con mi buen amigo Winston Morales, el hijo de Schuaima; y descubrir que Evanis Rafael Potes, uno de los poetas invitados, para muchos desapercibido –incluso para mí-, presentaba en la revista No. 12 de Mesosaurus, cuatro textos de honda plenitud, de gran vuelo y belleza.

No pretendo ahora hacer una exhaustiva introducción de lo que fue el evento, de si fue bueno o malo o a alguno de los invitados no le llevaron el agua a tiempo para calmar el ardor de la fuerte temperatura. Quiero destacar que lo hecho por la administración municipal de unir estos dos eventos (Festival del Caimán y Encuentro de escritores) fue una buena iniciativa de llevar a sus gentes folklor y palabra. La costa colombiana se ha caracterizado por su incansable clamor de fiesta, baile, danza, ruido, cerveza; de pre carnavales, carnavales y pos carnavales; de los ambientes donde poco o nada importa la cultura, la historia, o se aprovecha cualquier motivo para extender la rumba hasta los bellos amaneceres. Por eso mismo, es tradición que una fiesta sea una fiesta; sólo que esta vez, con las mejores intenciones, la administración municipal decidió rescatar el encuentro de escritores y aprovechó la Fiestas del Caimán Cienaguero para llevar a cabo el XII evento cultural.

La velada nocturna al lado de la playa, con danzas y recital a bordo, con una exquisita cena y el concurso de todos los invitados, fueron momentos de un realismo mágico pocas veces presentados, o a los cuales muchas veces no tiene un escritor la oportunidad de participar: atrás quedaron aulas, salones o auditorios, y por el contrario, brilló la noche con antorchas y el ruido del mar al fondo, y con pocos invitados dispuestos a saborear el breve instante de un poema o un cuento.

Más que agradecer lo vivido en esos dos días en el municipio de Ciénaga, es invitar a los gobernantes para que permitan que esta clase de eventos literarios se propaguen -dejando a un lado el folklorismo-, para bien de la memoria de los pueblos, de su cultura, de interactuar con los escritores a viva voz y dejar un mensaje de cofradía que ayude a reconciliar al mundo con aquellos principios ancestrales.

Por último, deseo terminar esta semblanza con un poema de Evanis Rafael Potes, a quien le extiendo mi saludo por su sencillez y la factura de sus palabras:

Manos


Estas manos que se agitan en la negra noche
Las del pan, la flor y la hierbabuena.
Manos que se trepan al árbol y se desvanecen como frases secretas.
Las mismas que leyeron en la huella digital del río
Un alfabeto de lomos azules y grises
Las que se derraman elementales en su oficio de manos.

Míralas, para ella no hay otro tiempo. Llueven hacia dentro
Como aves en el alar cuando la oscuridad arrecia.
Las manos de todos los hombres como un único día
No hay viento que las defina en su carrera hacia lo esencial,
Hacia ti,
Hacia la nada…

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