lunes, 26 de julio de 2010

Lauren Mendinueta

Lauren Mendinueta, orgullosamente colombiana, barranquillera, vive desde hace algunos años en Lisboa. Sus poemas hacen parte de varias publicaciones y antologías tanto de Europa como de América. Es una de las voces femeninas contemporáneas más versátiles y luminosas que tiene el país, de obligada lectura. Los poemas que aparecen a continuación forman parte del libro La Vocación Suspendida, publicado en España en el 2008 y con el que obtuvo el VI Premio Internacional de Poesía Martín García Ramos. Pueden visitar su página en: www.laurenmendinueta.com. Que hable entonces su poesía...




ASÍ PASAN LOS AÑOS
Pasan los años,
y aunque la vida me acusa de inmovilidad,
también yo he viajado.
Como una partícula de polvo
he revoloteado por la casa y me he prendido a los libros.
Como un insecto he reposado a la orilla de las acequias,
o simplemente he sido una mujer que de tarde en tarde
ha mirado hacia el mar
buscando barcos olvidados por la neblina
y que vuelven a la memoria,

sin esperanza distinta de la muerte.


BOGOTÁ, DESPUÉS DE UNA VISITA A HELENA IRIARTE
No hay relación entre las cosas
y aquello que las encarna.
La realidad acaso es un vacío
y su copia en el espejo
la evidencia de su precariedad.
Los nombres van por el mundo
retratando la angustia de no ser lo que nombran.
La gente corre afanada
hacia el vagón del metro o el autobús
porque la vida depende de un concepto.
Tampoco la puntualidad corresponde a su palabra,
pues no se puede llegar con retraso al destino.
¿Es posible que convivan alma y cuerpo?
¿no serán un binomio inseparable,
una sola cosa que no sabemos nombrar aún?
En estos temas, como en tantos otros,
me atropella la retórica,
y vuelvo a preguntarme si será posible
nada más vivir.

LA TORRE DE MARFIL
El mundo es una torre de marfil, en vano
busco una puerta en sus paredes curvas.
Parezco una actriz representando a un borracho,
camino tratando de hacer una línea recta,
nunca eses. No soy una profesional
de la actuación, ni siquiera me le parezco,
pero caminaré tratando de hacer una línea recta.
A veces me siento frente al ordenador y busco
toda clase de cosas, desde zapatos hasta amor.
Y sí, todo lo encuentro allí, porque el mundo es una torre
y estoy atrapada con todo lo demás, es inevitable.
Cuando me miro al espejo me sorprende lo común
que parece mi rostro, y me digo:
es bueno ser tan común, no te asustes.
Vuelvo a sentarme frente al ordenador y encuentro
las mismas cosas, todo, todo, hasta el amor.
Y allí mismo, tecleando,
trato de comprender
por qué me siento libre en la jaula del pájaro.

OLVIDO DE MÍ
Octubre ha llegado dominado por las lluvias,
y los demás meses lo han seguido hasta aquí.
De repente este amontonado tiempo lo llena todo,
el verde de la casa, las sillas, la manta que cubre el piso
cuando en el verano me recuesto a leer.
En mí no es posible el abandono del tiempo,
la gracia que supone el olvido
me hubiese salvado de esta invasión.
Ahora debo caminar con cuidado
para no maltratarme con tantos recuerdos.
¿Me engañaré o será verdad lo que voy a decir?
Renuncio a esta visita, no le temo a la soledad.

MAYÉUTICA
El mundo sugiere.
No espero la visita de la musa,
voy por ella, la traigo de la mano.
Los que me conocen
dicen que la mía es una vida triste.
Pretender pasar las horas con una desconocida
discutiendo, discutiendo.
No pueden imaginar cuánto prefiero
su hiriente compañía,
el argumento casi siempre contrario,
la sarcástica sonrisa triunfadora,
al complaciente parloteo de todos ellos,
mis simpáticos amigos.
Dicen también que mi figura da pena
cuando a cualquier hora y de cualquier manera
salgo a buscar la escurridiza musa,
y vuelvo sola y se me oye inventar monólogos
que imitan sin gracia al diálogo.
Pero después de cada fracaso pienso:
Mañana volveré a buscarla,
si tengo suerte
ella traerá su arpa y entre discurso y discurso,
tocará para mí una música espléndida.

EL DOMINIO
Me asomo a la tarde, miro las nubes de soslayo,
desplazándose vistas y exaltadas sobre el pico de la montaña.
Se deslizan hacia el olvido de la mirada,
hacia el coro urdido por el silencio, o más allá.
En esta cárcel, mi condena,
la muerte está sentada al otro lado de la salida.
No me abandonará por ahora,
ella seguirá presa en mí, mientras afuera llueve
y el recordado azul del cielo se vuelve agua en los cristales.

LA ERRANCIA Y LA PROXIMIDAD
Para José Luís Rojas

El vuelo de las gallinas no es muy distinto
al vuelo de las horas;
a pesar de los intentos fallidos
nunca aceptan su limitada naturaleza.
La hora es la medida indistinta del día humano,
la gallina cobarde de la inmortalidad divina.
Lo más lejano ocurre con la gracia de lo imposible,
mientras el presente se deshace, fluye.
El tiempo no se mide, se interpreta:
así lo enseña la música.

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